El colapso climático pronto desencadenará una crisis de diversidad de alimentos sin precedentes en la que muchas de nuestras comidas favoritas desaparecerán.
Todos nuestros sistemas alimentarios se están derrumbando bajo el estrés del aumento de las temperaturas, los incendios forestales, las sequías y las inundaciones.
Además, estamos cerca de que el calentamiento global haga que la tierra sea menos apta para los cultivos. Si no se toman medidas para frenar la crisis climática, las pérdidas de cultivos serán devastadoras.
La importancia de la diversidad genética para evitar la crisis de alimentos
La naturaleza tiene una forma sencilla de adaptarse a los diferentes climas: la diversidad genética.
Algunas plantas reaccionan mal a temperaturas más altas o menos lluvia, mientras que otras variedades sobreviven y prosperan en iguales condiciones. Por consecuencia, los humanos salen favorecidos.
Pero la industria alimentaria hizo que los seres humanos dependieran de cada vez menos variedades de cultivos. Por la sencilla razón de que eran prácticos para producirse en masa y enviarse por todo el mundo.
La historia del banano es un claro ejemplo de por qué la diversidad es tan crucial. Los humanos empezaron a cultivar diferentes variedades comestibles de banano por todo el mundo.
En un momento de la historia, el banano recibió una de las plagas más grandes. El hongo mortal del suelo, Panamá 1, se extendió por todos los rincones del planeta. Y aquí se presentó una de las primeras crisis de diversidad de alimentos que demostró que ni siquiera tener variedad de plantaciones de bananos podría protegernos de futuras plagas.
Cometimos errores similares con prácticamente todos los alimentos cultivados industrialmente, optimizando los rendimientos y las ganancias mientras sacrificamos la diversidad.
Sin embargo, la diversidad aumenta la resiliencia general de nuestros sistemas alimentarios frente a los nuevos cambios climáticos y ambientales. Es lo que permitió a los humanos producir alimentos y prosperar en altitudes desfavorables. Pero, en lugar de aprender del pasado, hemos vuelto a cometer los mismos errores una y otra vez.
Un nuevo patógeno amenaza con las plantaciones de bananos en todo el mundo, el Panamá 4. Este hongo podría acabar con la industria bananera tal como la conocemos. La plaga se ha detectado en todos los continentes, incluida América Latina, que es la pricipal exportadora de banano del mundo.
Debemos aprender del pasado
La historia nos dice que dejar de lado la diversidad puede tener consecuencias catastróficas. Un ejemplo es la hambruna irlandesa provocó la muerte de alrededor de un millón de habitantes de zonas rurales. Todo por consecuencia de un moho llamado tizón tardío que destruyó toda la cosecha de patatas del país entre 1845 y 1849.
El tizón tardío causó pérdidas de cosechas en toda Europa. En Irlanda mató a alrededor del 15 % de la población rural que dependía de las papas para su dieta. Los agricultores irlandeses cultivaban solo un tipo de papa, la Irish Lumper, que era genéticamente susceptible a la plaga.
A medida que la agricultura se volvió cada vez más industrial y corporativa, muchos agricultores fueron incentivados o empujados a monocultivar variedades homogéneas de alto rendimiento que dependen de fertilizantes, pesticidas y otros productos sintéticos costosos y que generan gases de efecto invernadero. Durante el siglo pasado, las variedades modernas genéticamente limitadas se han apoderado de gran parte de las tierras agrícolas del mundo.
Como resultado, perdimos innumerables variedades de granos, frutas, verduras y especias mejor equipados, gracias a su composición genética que evolucionó durante generaciones, para resistir ciertos patógenos, la sequía, el calor y la humedad.
Lo que sucede en la actualidad
El cambio climático es la mayor amenaza para la seguridad alimentaria. Hoy en día, el aumento de las temperaturas y las lluvias irregulares están arruinando los cultivos. También los sobrecarga de todo tipo de patógenos nuevos y más agresivos.
En algunas partes del mundo, las pérdidas repentinas en la producción de alimentos causadas por desastres climáticos, agravadas por la disminución de la diversidad de la dieta, ya han aumentado la desnutrición.
Como especie, dependemos de menos cultivos y la diversidad genética dentro de estos cultivos se ha reducido drásticamente. Esto está pasando con diferentes producciones de alimentos: aguacate, maíz, trigo, manzanas, café, y la lista sigue. Lo que significa que la crisis de diversidad de alimentos podría acabar con las comidas que más amamos.
Para los expertos, la mejor salida es mirar hacia atrás con un poco de humildad a la diversidad y los sistemas alimentarios que mantuvieron vivos a los humanos durante miles de años en mayor armonía con la naturaleza, y ver qué se puede aplicar en el sistema alimentario del siglo XXI.
** Con información de TekCrispy.
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