POR LOS MUNICIPIOS | Honrar la palabra, ¿pasó de moda?
- Redacción.
- 19 ene 2024
- 3 Min. de lectura
Por: Leticia Montagner
Seguramente muchos han conocido a alguien que dice o promete algo y tiempo después, expresa o hace lo contrario, casi como si las palabras que en principio salieron de su boca nunca hubieran existido o se hubieran esfumado.
Aunque es verdad que no se puede generalizar, y habrá quienes siempre se mantienen firmes con lo que dicen, algunos especialistas en filosofía y ética consideran que la sociedad vive una transformación con relación al valor que se le da a la palabra.
El valor de la palabra no ha cambiado, los que hemos cambiado somos nosotros; señaló Juan
Gerardo Garza, fundador del Centro de Valores Éticos del Tecnológico de Monterrey y Profesor Emérito de dicha institución.
De acuerdo al periódico El Norte, de Monterrey, Nuevo León, agregó que “hemos vuelto más
flexibles y tolerantes nuestras afirmaciones y nuestras creencias. La palabra no ha perdido su
valor, nosotros ya no le damos el valor que merece.
Se le llama honrar la palabra a ese compromiso moral que asume una persona de cumplir lo que ofreció y que no lo hace porque firmó algún contrato o por temor a perder algo de no cumplir: lo hace porque así se comprometió.
Etimológicamente, indicó el Filósofo Félix López, Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la palabra es algo que tiene significado, que vale algo y bíblicamente era la palabra de Dios, algo que se debía honrar.
Ser una persona de palabra era una cuestión de honor, ser de palabra fue durante mucho tiempo una virtud, comentó Félix López. No hacían falta contratos, firmas ni avales para saber y confiar en que alguien que tuviera palabra iba a cumplir con alguna promesa o compromiso adquirido.
Actualmente, resulta mucho más fácil hablar sin cumplir, cambiar fácilmente lo que se dice e,
incluso, hacer como si lo hablado nunca se hubiera dicho. Es como vivir en un mundo de palabras vacías.
No es tan fácil honrar la palabra, se requiere confianza de parte de quien se compromete a algo, así como de quien recibe las palabras y eso es algo que se ha ido perdiendo.
"Cuando honramos la palabra nos volvemos personas confiables, dignas de confianza. Es un
atributo de gran valor en una persona y en una sociedad, porque es alguien en quien podemos creer porque cumple lo que promete, porque nunca queda mal"; mencionó el Profesor Garza.
Desde su perspectiva, dijo, toda buena relación humana se basa en tres principios: la buena fe, la reciprocidad y la confianza.
Además de la confianza, indicó el Filósofo López, se requiere integridad: esa congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Si la integridad y la confianza no están firmes, son volátiles o están rotas, entonces las palabras no sirven de nada.
Otro cambio en la sociedad actual es que las personas están cada vez menos dispuestas a escuchar a los demás, coinciden los expertos. Y cuando no hay quien escuche, es como si las palabras nunca se hubieran dicho.
"Para hablar es necesario estar en disposición de escuchar, señaló López; si no, no hay ningún diálogo y sólo hay una serie de monólogos huecos, vacíos, que no dicen absolutamente nada porque nadie está escuchando".
La sociedad actual se ha vuelto más permisiva y más relativista, destacó a su vez Garza. Esto
ocasiona que se empobrezcan las convicciones o la manera de pensar.
Decimos: ¿Estará bien o estará mal? Pues depende, mencionó. No definimos con claridad nuestros compromisos. Y eso cambia nuestra relación humana, creamos expectativas que no cumplimos.
El problema es que las promesas y los acuerdos son los que permiten crear una convivencia social constructiva, considera.
Y la consecuencia de no cumplir con la palabra, a nivel sociedad, es una falta de confianza
colectiva: ya nadie cree en nada ni en nadie. A veces ni en uno mismo. No creemos en esta
humanidad porque no nos tenemos confianza, opinó López.
"Y si la confianza entre unos y otros no se puede tejer, no se puede establecer una relación de amistad, de amor, de trabajo, de educación, social; hay muchísima desconfianza entre unos y otros. Desconfiamos porque no creemos que sean personas honestas"; destacó finalmente.
Contacto: leticia_montagner@hotmail.com
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