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EL ARTE DEL CHAPULINEO

  • Redacción.
  • hace 11 horas
  • 3 Min. de lectura

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El 27 ya está aquí, comenzó desde hace meses y muchos de los interesados en participar se encuentran replegados, también podría decirse: disciplinados y están a la espera de que se lleguen los tiempos para levantar la mano y ser tomados en cuenta por las dirigencias de sus respectivos partidos ó del máximo jefe político.


Aún no han aprendido a leer las nuevas realidades, que los escenarios son distintos y que el criterio que predomina es la postulación de candidatos que muestren ser competitivos y cada vez en menor grado las designaciones son por factores que tengan su origen en la militancia, la disciplina partidista y el mérito político.


Pero hay otros que sí, que si tienen claro a donde quieren ir y no están desperdiciando el tiempo. Están en movimiento constante, analizando el comportamiento de los grupos, observando como se están reacomodando constantemente las piezas en el tablero político nacional y como eventualmente eso podría impactar en nuestro estado.


Es en ese contexto como deben leerse los más recientes acontecimientos en el marco de la inesperada confrontación entre el Senador priísta Alejandro (Alito) Moreno y el senador de Morena Gerardo Fernández Noroña, durante la penúltima sesión de la comisión permanente el pasado 27 de agosto, donde ya se vio de una manera muy marcada la ALIANZA QUE SE ESTA TEJIENDO entre Movimiento Ciudadano y el Partido Acción Nacional, quienes en términos generales SE DESMARCARON y ausentaron de la sesión del último día del mismo mes en donde la mayoría de sus integrantes, fijó una postura de condena hacia el dirigente del PRI al que responsabilizaron de la gresca y calificaron de agresor.


Si bien es cierto la pelea entre Alito y Noroña, significó momentáneamente un tanque de oxígeno para el PRI, porque generó una importante corriente de opinión en su favor y se apoderó de la agenda durante algunos días con el rol de un férreo opositor a la mayoría morenista, esto solo fue un chispazo. Lo cierto es que el revolucionario institucional cada vez más está más menguado y avanza inexorablemente hacia su inminente extinción, cada vez hay más datos y señales de ello.


De manera reciente EL DIRIGENTE ESTATAL DEL PRI en Puebla acaba de renunciar a su militancia y por supuesto a la dirigencia, por poner tan solo un ejemplo y hace unas horas, el Gobernador priísta de Durango Esteban Villegas se acaba de confesar públicamente como “Claudista” en un evento oficial con la Presidenta de la República Claudia Sheimbaun, es decir, sigue la desbandada no solo de posibles militantes y simpatizantes, sino de sus figuras y liderazgos.


En el marco de toda esta efervescencia es como debe traducirse la salida de Néstor Camarillo del PRI, quien fue viendo su desmoronamiento y prefirió desvincularse muy a tiempo para ver hacia adelante, a lo que sigue.


Que si es desleal, traidor, oportunista, trepador, incongruente etc. y todos los calificativos que se le puedan ocurrir a sus detractores, seguramente sí, pero ¿Quién de las figuras emblemáticas de los actuales partidos, no ha estado en al menos dos, tres o más partidos políticos?


¿Quién no recuerda al gran tribuno Porfirio Muñoz Ledo, que recorrió prácticamente todos los partidos políticos que hubo en su tiempo? Y de esos ejemplos hoy en día, hay para dar y prestar.


Esto de la promiscuidad política y el chapulineo viene desde unas décadas y prácticamente se ha normalizado. Las lealtades políticas cada vez son más frágiles y ya no debería de sorprendernos. No digo que esté bien, que sea moral o que sea ético, pero cada vez es una práctica más socorrida, a la que los políticos recurren sin pudor alguno.


El caso es que el ex dirigente del PRI Néstor Camarillo migró hace unos días hacia un partido que se advierte con tendencia hacia la alza, ya la historia lo juzgará, pero lo que está viendo en un primer momento es su supervivencia y al mismo tiempo sus probabilidades de trascender y crecer en su carrera política futura.


Que si busca la Alcaldía en el 2027 y la gubernatura en el 2030, resulta muy difícil y prematuro poder anticipar sus probabilidades de éxito, pero al menos está haciendo algo, está analizando el escenario político, está haciendo prospectiva y se está moviendo.


No está a la espera de ver que le dan, que le toca y ver que sucede, está jugando y se está mostrando como un actor en el tablero de la política LOCAL, ya en su momento se verá si logra buenos o malos resultados, pero por lo pronto ha dejado de ser espectador para convertirse en protagonista de su propio futuro.


* El autor es abogado, escritor y analista político.

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