Washington y Nueva York., El sindicato nacional automotriz (UAW, por sus siglas en inglés) amplió su huelga contra las tres principales empresas del sector de Estados Unidos a otras 38 instalaciones de autopartes en 20 estados, al denunciar que los ejecutivos no han ofrecido respuestas aceptables a las demandas de los trabajadores, después de la primera semana de un paro en tres plantas, una de cada empresa.
Pero la ampliación fue sólo contra instalaciones de dos de las empresas, General Motors y Stellantis, fabricante de Jeep, ya que el sindicato informó que las negaciones con Ford estaban avanzando. El UAW informó que Ford es la única de las tres empresas que ha ofrecido negociaciones de buena fe, particularmente en comparación con las otras dos.
Pararemos los centros de distribución de autopartes hasta que esas dos empresas recobren sus sentidos y vengan a la mesa de negociación, declaró ayer Shawn Fain, presidente del sindicato nacional UAW. Invitamos y alentamos a todos aquellos que apoyen nuestra causa que se sumen a nosotros en el piquete, invitación que ha sido aceptada por un gran mosaico de líderes sociales y políticos, y este viernes, por el presidente de Estados Unidos.
La huelga está empleando una novedosa estrategia de no hacer un paro completo de las tres empresas, sino seleccionando algunas plantas e instalaciones sin avisar a las empresas, y con ello poder ampliar o reducir la huelga dependiendo del comportamiento de los patrones. La protesta estalló la semana pasada en tres plantas, y ahora con la ampliación serán más de 18 mil agremiados en paro, del total de 150 mil trabajadores sindicalizados en las tres empresas.
El sindicato demanda un nuevo contrato colectivo que incluye un alza salarial de 36 por ciento a lo largo de cuatro años, ajustes de costo de vida automáticos, y un fin a las estructuras salariales de dos niveles que permiten a trabajadores contratados antes de 2007 ganar más y restaurar beneficios de jubilación que fueron sacrificados en ese año. Trabajadores en el sector automotriz –donde hace décadas eran los mejor remunerados– ganan en promedio 30 por ciento menos hoy día que en 2003 en términos reales.
El sindicato también está demandando paga de 40 horas por una semana laboral de 32 horas, pagos para trabajadores que pierden su empleo a causa de clausuras de plantas. Las empresas han ofrecido alzas salariales de 20 por ciento pero no han abordado en general las otras demandas.
Los ejecutivos argumentan que necesitan mantener los altos niveles de ganancias para competir contra empresas no sindicalizadas como Tesla, y también para lograr la transición a la manufactura de vehículos eléctricos. El sindicato repite que las empresas tienen más que suficiente dinero para hacer eso y cumplir con las demandas de sus trabajadores, y señala que los ejecutivos en jefe de las tres empresas ganar entre 21 a 29 millones de dólares anuales, y que las empresas contaban con suficiente efectivo como para usar 5 mil millones para la compra de sus propias acciones, maniobra que beneficia a los accionistas.
Esta es la primera huelga contra las tres empresas automotrices principales del país en 88 años. Como parte de su estrategia, el sindicato está realizando paros para impactar algunas de las operaciones que más generan ganancias, imponer presión sobre los concesionarios de autos al interrumpir el flujo de autopartes y a la vez mantienen a la mayoría de los trabajadores en las plantas cobrando sus salarios. Al no informar a las empresas dónde se realizarán los paros, el sindicato busca aplicar costos económicos más elevados.
Pero la estrategia no sólo es económica. El presidente Joe Biden, a quien le gusta decir que es el mandatario más pro-sindical en la historia de Estados Unidos, primero provocó la ira del sindicato al no expresar su apoyo, pero poco después corrigió para afirmar que las empresas han tenido ganancias récord, ahora necesitan firmar contratos [colectivos] récord. Y este viernes, ante la creciente presión política y una opinión pública que de manera abrumadora apoya la huelga y a los sindicatos, Biden anunció por la red social X que viajará a Michigan –centro histórico de la industria automotriz– para sumarse a un piquete en solidaridad con los hombres y mujeres del UAW mientras luchan por una parte justa del valor que ayudan a crear.
Biden también estaba presionado por la maniobra del ex presidente Donald Trump que había anunciado su plan de viajar a ese mismo estado para encabezar un mitin en apoyo a los huelguistas. Aunque Trump tiene casi nulo apoyo entre el liderazgo del sindicato –de hecho Fain lo ha criticado como otro multimillonario más– la historia es diferente con parte de las bases blancas de los sindicatos industriales incluido el UAW.
La nueva estrategia más militante del UAW proviene de su presidente Fain y su equipo, quienes tomaron el liderazgo nacional este año al frente de una corriente reformista después de derrotar a la vieja cúpula –parte de la cual fue penalmente acusada de corrupción– que ha encabezado el gremio durante las últimas décadas y que solía ceder ante las empresas a cambio de mantener el control.
Por ahora, el UAW está ganando la batalla en el ámbito público, apoyado por la opinión pública, con líderes de otros sindicatos, políticos, líderes de derechos civiles, y líderes comunitarios frente a las rejas de plantas en huelga. Esta semana también hubo expresiones de apoyo internacional incluyendo trabajadores automotrices en México y del Sindicato dos Metalúrgicos da Grande Curitiba en las fábricas de Renault y Volvo en Brasil.
Esta batalla es clave tanto para el futuro del UAW como para el resto del movimiento sindical de Estados Unidos. El UAW reporta que 65 plantas automotrices han clausurado en los últimos 20 años, y casi la mitad de las plantas en el país se han mudado.
**Con información de LA JORNADA
Comments