La verdad no peca...
- Redacción.
- 12 may
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Por Manuel CARMONA
El pasado 6 de mayo se convirtió en tendencia a nivel nacional la noticia del nombramiento del político Adrián Rubalcava Suárez como el nuevo Director del Sistema de Transporte Colectivo (STC) de la ciudad de México, mejor conocido como EL METRO, a raíz de la broma que el empresario José Luis Salinas Gutiérrez en una reunión estrictamente privada (su fiesta de cumpleaños) soltó en relación a que ser titular de dicho organismo público descentralizado era mucho más importante que ser Gobernador del Estado de Tlaxcala, lo que le trajo consigo una descomunal avalancha de críticas por su comentario que fue tildado de irrespetuoso y clasista.
Pero más allá del enorme revuelo ocasionado por el autor del chascarrillo, si separamos la parte de ironía en su comentario, lo que dijo el exitoso hombre de negocios tiene una parte de razón, si lo analizamos bajo la óptica del universo en el número ciudadanos que le corresponde atender a uno y otro órgano de gobierno.
Mientras que la actual del Poder Ejecutivo en el estado de Tlaxcala tiene a su cargo analizar, canalizar y resolver los problemas de una población que oscila en un millón 350 mil habitantes, el Director del Metro debe lidiar con una compleja problemática que representa la movilidad de la capital del país y atender a más de 3 millones de usuarios DIARIAMENTE, un promedio de 100 millones de traslados mensuales y mil 200 millones de servicios por año, con todo lo que esto conlleva.
Desde luego que esto no quiere decir en lo más mínimo que los habitantes de Tlaxcala sean menos importantes, sino únicamente que en efecto, estar a cargo del funcionamiento del Metro implica en número, en volumen, una tarea que cuantitativamente al menos pareciera de mayor tamaño.
Resolver todos los días el traslado de 3 millones 300 mil usuarios trae consigo un enorme e histórico problema de inseguridad pública, ambulantismo, elevados costos de operación del sistema, saturación del servicio, deterioro gradual de la infraestructura que actualmente se encuentra distribuida a lo largo de 226 kilómetros y que se presta a través de 12 rutas que para su operación requieren 290 estaciones, implican funciones de vigilancia y mantenimiento que después de medio siglo de operaciones, actualmente el sistema de transporte capitalino ya se encuentra colapsado y su solo mantenimiento implica una misión de carácter colosal.
De todos es sabido que hoy en día en muchas estaciones ya no funcionan las escaleras eléctricas, muchos pasillos se encuentran a oscuras, hay goteras por doquier, la saturación de los vagones facilita situaciones de acoso sexual y de manera reciente se ha incorporado una serie de agresiones por medio de pinchazos cuyas víctimas particularmente son mujeres y que han generado una situación de pánico en este servicio colectivo.
Esa es la razón por la que llama tanto la atención, respecto a la designación por parte de la actual Jefa de Gobierno de la ciudad de México Clara Brugada, en favor del político Adrián Rubalcaba para hacerse cargo de la Dirección del Metro, ya que si bien es cierto ya ha tenido cargos administrativos anteriormente, primero como Delegado y luego como Alcalde de Cuajimalpa en diferentes periodos, fundamentalmente su actividad preponderante ha sido la de un operador político que ha militado en el PVEM, en el PRI y hoy es la nueva y más reciente adquisición de MORENA.
Es decir, en una etapa en la cual el Metro de la ciudad de México está pasando por una severa crisis que se recrudeció a partir del trágico accidente ocurrido el pasado 4 de mayo del 2021 (desplome de dos vagones en el paso elevado en la alcaldía de Tláhuac) y que no ha podido ser atendida de manera integral, se recurre a una figura controversial por sus posiciones políticas en lugar de un técnico, de un especialista en asuntos de movilidad, como lo amerita la administración y operación de esta red ferroviaria que en función de la densidad de servicios que otorga todos los días está considerada como la cuarta de importancia en el mundo, solo detrás de Nueva York, Moscú y Japón.
En definitiva, parte de la tragedia que vivimos como país es que persiste el criterio de utilizar las diferentes instancias gubernamentales como una agencia de colocaciones y no como un instrumento técnico para atender y resolver los problemas y necesidades de la población.
Por eso es poca la atención que históricamente se le ha venido dando a la profesionalización del servicio público, porque no importa la capacidad, la experiencia y el perfil para el desempeño de una responsabilidad, sino la militancia y la lealtad hacia el grupo político que hace la designación. Esto siempre ha sido así, bajo esa lógica han gobernado el PRI, el PAN y ahora MORENA.
Ojalá que por el bien del país algún día se le dieran un giro a las cosas y el MÉRITO, el esfuerzo y los resultados previamente acreditados tuvieran preponderancia sobre el pago de favores y las complicidades.
El autor es abogado, escritor y analista político.
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